XX Jornadas de Derechos Humanos y Migraciones de Motril

XX Jornadas de Derechos Humanos y Migraciones de Motril

VEINTE AÑOS DE TRAGEDIA EN LAS FRONTERAS: UNA MIRADA DESDE LA COSTA DE GRANADA

Entramos en las vigésimas jornadas Derechos Humanos y Migraciones de Motril.

“Que veinte años no es nada” dice el tango, pero para nosotros ha sido un tiempo suficiente para tener una perspectiva de la vida y de las muertes que las políticas de cierre de fronteras han causado en las puertas de Europa. Aunque se empeñe Gardel el tango no dice la verdad, y en veinte años hemos visto cómo el Mediterráneo ha devorado a miles de personas que huían del hambre, de la persecución o de la guerra. Un tiempo en el que la muerte ha aumentado de forma exponencial en nuestras fronteras trabajando con materiales cortantes para desmontar derechos universales que creíamos bien apuntalados. Y sin que se hayan retorcido conciencias, siempre tan complacientes.

Cuando en mayo de 2002 comenzamos este proyecto de inclusión y reivindicación del derecho a la vida ya se había convertido en habitual ver como el mar devolvía cuerpos de personas ahogadas en su intento de
entrar en Europa. El cartel que anunciaba aquellas primeras jornadas reproducía la conocida imagen de un
cadáver sobre la arena de una playa de Zahara de los Atunes, mientras dos jóvenes permanecían sentados indiferentes bajo una sombrilla, tomada por el fotoperiodista Javier Bauluz. Era el año en el que la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) situaba en 152 los muertos o desaparecidos en la frontera sur de España, casi tres lustros después de la primera foto del cadáver de un náufrago de patera en Tarifa, del periodista Ildefonso Sena (noviembre de 1988). Si ese número de muertos nos parecía imposible de superar en aquel comienzo, hoy el número de vidas perdidas por el intento de blindar las fronteras de Europa produce escándalo, cada día cinco personas perdieron la vida en la frontera sur española en 2022 según fuentes de la APDHA, que concreta en 1.901 los muertos o desaparecidos en ese año.

La Organización Internacional de las Migraciones, entidad que forma parte del Sistema de Naciones Unidas y que promueve una migración humana y ordenada, cifra en más de 30.000 las personas fallecidas en los mares de acceso a Europa desde que se tienen registros (2014).

No son solo datos, son personas que pierden sus vidas en las rutas migratorias cuando más del 3,6 % de la población mundial está migrando por diferentes motivos. Veinte años es un tiempo suficiente para comprobar como la estrategia de deshumanización y criminalización de las migraciones masivas forzadas está poniendo en crisis nuestros modelos democráticos y los sistemas de garantías de los derechos humanos, que son de
todas las personas o no son.

Hoy migración y refugio son sinónimo de desapariciones, naufragios, expulsiones colectivas, criminalización de niños y niñas errantes, encierros sin dignidad y muertes; fronteras donde no se respeta la ley del mar de
rescatar a los náufragos y llevarlos a puerto seguro, ni las leyes del desierto que impiden abandonar personas a su suerte sin agua ni alimentos, ni los cánones mínimos de hospitalidad derogados por el virus del racismo y la exclusión.

Llegamos a estas XX Jornadas con una Unión Europea vacilante en su respuesta ante las guerras y las personas que huyen buscando refugio. Desde el injusto Acuerdo con Turquía en marzo de 2 016, que permitía la expulsión de quienes denominaba “migrantes irregulares”, una trampa del lenguaje para referirse a los flujos masivos de “refugiados”, hasta la loable activación de los mecanismos jurídicos de protección y ayuda que tiene la UE para acoger a los refugiados que está provo- cando la invasión de Ucrania por Rusia; y ahora la crueldad de la guerra de Gaza, retransmitida diariamente, bombardeos que destruyen viviendas y vidas y la privación de alimentos y agua de la población palestina. El Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas ha dictado medidas cautelares para que el Estado de Israel impida actos constitutivos de delito de genocidio contra la población palestina de Gaza, un delito contra la humanidad que debe su existencia, entre otras causas, a la aportación y empeño del gran jurista judío Rafael Lemkim, quien perdió a buena parte de su familia en los campos de exterminio nazis.

Muchas veces quien construye los muros se encierra en ellos. Pasó en Troya y ha pasado en Berlín. En diciembre de 2023 las instituciones europeas han acordado las líneas maestras del Pacto de Asilo y Migración, que abordaremos en las Jornadas. Lo que podría ser una oportunidad de solidaridad entre países se ha quedado en la estructura de otro muro jurídico que reduce los derechos de migrantes y refugiados, externaliza las fronteras para filtrar a los “no deseables”, reduce las garantías, permite los traslados a centros de detención, incluso para los menores y aumenta el riesgo de ser expulsados a países no seguros. La esperada solidaridad obligatoria entre países para acoger solicitantes de asilo y el número de reubicaciones entre Estados se difumina con la posibilidad de pagar por no reubicar.
No parece verdad.

Otra vez la lógica de la frontera, se reproduce la visión reduccionista de la Directiva de Retorno de 2008, que incrementó los periodos de internamiento, la devolución de menores a países de tránsito y un largo inventario de regresiones en derechos. Unas opciones de políticas migratorias que no reducen los flujos migratorios, pero si consiguen desplazar las rutas peligrosamente hacia lugares más inseguros con más muertes, más desaparecidos, que están contribuyendo a destruir las valiosas estructuras de derechos que identifican a los sistemas democráticos. El peligro de estas decisiones es compartido, para los que intentan llegar y para los que estamos.

Y en este contexto convocamos otra primavera a las Jornadas de Motril. Reivindicamos derechos y buen trato para migrantes y refugiados y políticas respetuosas con la vida que frenen tanta destrucción y muerte. Celebramos la existencia de gentes y colectivos que dan lo mejor de si mismos para hacer un mundo más habitable, con más vida. Siempre hemos dicho que la reivindicación no está reñida con la celebración. Y así queremos hacer del 10 al 12 de abril próximos.

Luis Carlos Nieto García
Coordinador de las Jornadas