La experiencia penitenciaria, del cine a la realidad internacional
El cine ha recogido en incontables ocasiones la experiencia de pasar por la cárcel. Pero quienes han vivido el trance en sus propias carnes ven estas películas con otros ojos, y las entienden de una manera distinta a la de quienes nunca se han visto en semejante situación. Los alumnos del curso de verano que se celebra en el Centro Penitenciario de Albolote compartieron ayer sus impresiones sobre la película ‘Réquiem por un sueño’ en un cinefórum que puso ante ellos el, en ocasiones muy certero, espejo de la ficción. Hoy han compartido la experiencia de varios compañeros que han vivido en prisiones de distintos países. El contraste de las cárceles de Bélgica, Estonia, Marruecos, Estados Unidos y Colombia ha centrado la mesa redonda que ha abierto la última jornada de un curso que ya es un referente en las actividades de verano del Centro Asociado a la UNED en Motril. Para la clausura del curso programó la intervención del juez de menores Emilio Calatayud, quien preparó una ponencia sobre ‘Formulas alternativas al cumplimiento de penas’.
La película dirigida por Darren Aronofsky es la crónica de las aspiraciones frustradas de una madre y su hijo Harry. El sueño de Harry es conseguir el dinero necesario para abrir con su amigo un negocio propio. Mientras, su madre pasa sus días con dietas poco saludables esperando el día que la llamen para participar en su concurso de televisión favorito. Un día que nunca llega. El problema de Harry y su amigo es que su plan de financiación pasa por vender toda la droga que puedan. Esta estrategia los conduce a la adicción, primero, y a un centro penitenciario que representa la última parada de sus sueños rotos después.
En cuanto a la mesa redonda sobre las diferencias entre la cárcel de Albolote y las de países tan distintos como Estados Unidos y Marruecos, la mesa redonda se centró en cinco puntos fundamentales, a partir de los cuales se pretendió desarrollar el coloquio. Los reclusos de la mesa redonda contaron sus impresiones sobre las instalaciones, las comunicaciones, el proceso de ingreso, la seguridad personal y la rutina diaria.
Las diferencias son abismales. Por ejemplo, mientras los centros belgas ofrecen a los presos los instrumentos necesarios para preparar su comida en su propia celda, los reclusos de las penitenciarías colombianas pueden acercarse a los puestos de comida para adquirirla. En Colombia, algunos presos afirman temer por su seguridad física porque, según relatan, hay internos que llegan a secuestrar a otros internos y la presencia de armas es constante. Parte de la responsabilidad de estos hechos puede achacarse a la corrupción de ciertos trabajadores. Al fin y al cabo, ningún preso que cumpla su condena en una hacinada cárcel marroquí pensará que lo normal es una revisión médica, una visita a un educador y una charla con un educador social nada más ingresar, como en las cárceles españolas.
Andrés Masa
Curso: Tratamiento penitenciario. Nuevos programas de rehabilitación y medidas alternativas a ala prisión
Sede: Motril