Álvaro Gil-Robles: “No nos importa que la prisión sea un gueto, y hay que acabar con esa visión”

Álvaro Gil-Robles: “No nos importa que la prisión sea un gueto, y hay que acabar con esa visión”

Pocos españoles saben tanto acerca de la realidad de las prisiones europeas como Álvaro Gil-Robles. En el Parlamento español contribuyó a la redacción de la ley del defensor del pueblo, un cargo que ocupó de 1987 a 1993 y que le valió un viaje de miles de kilómetros por la geografía española, hacia la oscuridad de un sistema penitenciario que daba sus primeros pasos. Debió quedársele pequeño el país, porque de 1999 a 2006 ejerció como el primer comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa. Conoció las cárceles y los presos de 47 países. Pisó todo tipo de presidios desde la costa portuguesa a la Siberia rusa. Hoy ha estado en la cárcel de Albolote. En su auditorio ha compartido su experiencia con los presos de la prisión granadina, con los funcionarios y con los alumnos de la UNED que han participado en la primera jornada del curso de verano ‘Tratamiento penitenciario. Nuevos programas de rehabilitación y medidas alternativas a la prisión’. Gil-Robles ha compartido su dilatada experiencia en ‘Sistemas penitenciarios y derechos humanos’.

  • ¿Se vulneran los derechos humanos en las cárceles españolas?

Puede haber casos individuales. Dejaríamos de ser humanos si no hubiesen conductas condenables. Pero yo creo que el sistema penitenciario español es de los mejores de Europa. Y lo puedo decir porque he visitado todos ellos. Y no solamente en la calidad de los centros sino también en la calidad del trato a los internos y del respeto a sus derechos. Eso no quiere decir que no pueda haber individualmente violaciones de los derechos fundamentales, pero lo importante es que hay mecanismos para controlarlos y para corregirlos.

  • ¿Cuáles son esos mecanismos?

Desde el propio autocontrol de la administración, que tiene que haberlo, a las inspecciones de la administración, al juez de vigilancia penitenciaria, a las visitas del defensor del pueblo, al comité de prevención de la tortura del Consejo de Europa…. Hay mucha vigilancia hacia las prisiones. Y también están los medios de comunicación.

  • El año pasado se cumplieron 30 años de la figura del defensor del pueblo ¿Cómo envejece la institución?

Yo creo que fue un gran acierto institucional. Yo viví desde el momento que se hizo la constitución como asesor de la ponencia constitucional, luego me toco hacer la ley del defensor del pueblo a petición del Partido Socialista… El defensor del pueblo ha demostrado que es una institución eficaz, con sus defectos, pero eficaz. Además, ha sido muy útil y ha ayudado a cambiar muchísimas cosas en este país. Y pasa como en todo, cuanto más eficaz es el defensor, más molesto es para las estructuras del poder. Y todo lo que es molesto inevitablemente se tiende a intentar limitarlo o apartarlo, o a intentar que no funcione. Es el caso de alguna comunidad autónoma que incluso lo ha eliminado. Yo creo que eso es un retroceso, hay que saber convivir con los controles.

  • Usted ha visto toda la evolución de las prisiones españolas desde la democracia, ¿qué ha cambiado?

He visto toda la evolución en España y en Europa. He visto cientos de prisiones en mi vida y lo más importante de todo es que se tenga en cuenta que dentro de la prisión lo que hay son seres humanos. Tanto los que están en ellas como preventivos o penados como los propios funcionarios, así como los que están trabajando en el ámbito social. Entre todos tienen que hacer una sociedad que permita que quien llega condenado por un tribunal pueda salir rehabilitado o tenga una oportunidad de poder reinsertarse en la sociedad.

  • Ya lo refleja la Constitución Española…

Es que la Constitución, en el artículo 25, lo dice claramente: el sentido de la pena es la reinserción. Es muy importante que quitemos de la sociedad española la idea de que la pena es la venganza. No, la pena es un castigo debido a una conducta contraria al orden penal, pero solamente eso. No es una venganza de la sociedad, por lo tanto, cumplida la pena, la persona tiene derecho a rehacer su vida si es capaz de poner de su parte para reinsertarse.

  • ¿Piensa que la sociedad española tiene cierto animo de venganza hacia las personas condenadas?

En todas las sociedades. En todas las sociedades, y en la española también, tendemos a mirar hacia otro lado. La prisión es una realidad molesta. A la gente le gusta mucho más tener en su pueblo una piscina o un polideportivo que tener que convivir con una prisión porque la prisión refleja una parte patológica de la sociedad. Preferimos ver el partido de la roja que ver lo que está pasando con seres humanos que han cometido un error y que están pagando su pena. No nos importa que sea un gueto, algo aparte. También hay que acabar con esa visión.

  • ¿Y diría que los recortes presupuestarios también afectan a la calidad de la reinserción?

Sin ninguna duda. Todo tiene un coste. Pero yo creo que para la sociedad es mucho mayor el coste de que las personas que entran en prisión salgan de ella peor de lo que entraron que hacer un esfuerzo para que las personas mejoren en la prisión. Eso si que es un beneficio para la sociedad. ¿Qué coste puede tener eso? Pues eso no se puede materializar en dinero. Es que no todo se puede materializar en dinero…

  

Andrés Masa
Curso: Tratamiento penitenciario. Nuevos programas de rehabilitación y medidas alternativas a ala prisión
Sede: Motril