Una lanza por el hedonismo

Una lanza por el hedonismo

El vino siempre ha proporcionado placer, pero eso no es un tema del que se suela hablar con pelos y señales en los círculos académicos, tal y como ha hecho el profesor Carlos Roura en Motril. Este enfoque “es novedoso porque de lo que se habla y se ha hablado siempre ha sido de su carácter simbólico”, explica antes de iniciar la ponencia ‘La función hedonista del vino’, con la que ayer abrió el curso de verano ‘Vino y Enología: cultura, simbología y hedonismo’. El vino rompe la rutina, acompaña la variada gastronomía actual, abre nuevos espacios sociales, crea símbolos y predispone a la pareja para encontrarse más a gusto, al tiempo que proporciona otros pequeños y grandes placeres.

Como suele pasar con todo lo referente a la parcela hedonista de la sociedad, los jóvenes tienen mucho que decir sobre los cambios en la cultura del vino que acompañan a la modernidad. Ya sea en grupos o por parejas, Roura sostiene que son los testigos más fidedignos de los nuevos espacios y tiempos que ofrece esta reconversión cultural que crece en torno al vino. “El vino se incorpora a los momentos de ocio en determinados horarios y sobre todo se incorpora como puente de placer en nuevos tiempos como son los viajes de fin de semana”. Es un revulsivo para el disfrute del tiempo libre. Por copas, eso sí, que ya pasó de moda pedir botellas.

También se ha introducido en espacios tan inusitados como los aviones de pasajeros, para cuyos usuarios algunas bodegas seleccionan vinos especiales. Y ha tomado cierto protagonismo en algunas terrazas, que se han revelado como espacio predilecto para combinar la conversación con la gastronomía.

Como buen hedonista, Roura identifica el rato que uno invierte en tomar un buen vino como un pedacito de felicidad. “Yo sostengo que la felicidad no existe, que es una búsqueda. Se alcanza por momentos, pero al final se convierte en algo rápido, es huidiza”. Y, al final, se esfuma entre nuestras manos sólo para regresar en otra ocasión. Quizá vuelva en alguno de esos momentos que proporciona una buena copa de vino, que son aún más intensos en el contexto actual de crisis económica, “una invasión de la tristeza” de la que se puede huir en las modernas vinotecas, prototipo de nuevo espacio revitalizado.

Roura también alaba el aspecto euforizante del vino. “Te predispone para que la pareja se encuentre a gusto. La euforia, en cierto modo, pospone la rutina y revitaliza el momento” explica. Mantenida en el tiempo, esta euforia es una buena colaboradora para buscar a la persona amada. “Volvemos a los aforismos pasados”, afirma el director del curso en referencia a la frase hecha de que el vino quita las penas. “Sólo que en nuevos espacios con más refinamiento”.

Para completar su visión con otra cara del poliedro que es el mundo del vino, un elenco de profesores de la UNED cogió su relevo en una mesa redonda y debate con los alumnos sobre la ‘Cultura y simbología del vino’. Entre todos lograron profundizar en los elementos culturales e históricos que envuelven a esta bebida en el entorno mediterráneo. Desde el papel que el vino juega en distintas religiones hasta su capacidad infinita para la supervivencia en la pintura y en la literatura, tanto profesores como alumnos se acercaron a las claves para entender su importancia en nuestro contexto cultural.

 

Andrés Masa

Curso: Vino y Enología: cultura, simbolismo y hedonismo

Sede: Motril